Domingo de
Ramos
El bien siempre presente de Dios me
bendice.
Al comenzar mi
día, celebro la presencia guiadora de Dios en mi vida. Establezco la intención
de enfocar mi mente en la luz de Dios. Sé que aun en tiempos oscuros, el camino
correcto es iluminado para mí. El amor y la luz de Dios llenan mi mente y mi
corazón.
Jesús enseñó
que el Reino de los cielos está cerca, y yo reclamo un estado mental celestial.
Sólo pienso en la paz, el gozo, el amor y el bien de Dios. Los sentimientos de
duda, temor o preocupación son vencidos por el poder de las ideas divinas.
Cualquier inquietud acerca de un reto se disipa al celebrar el bien de Dios.
Pongo a Dios primero y me envuelvo en Su amor. Mi vida es bendecida
infinitamente.
Tomaron ramas de palmera y salieron a
recibirlo, y clamaban: “¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del
Señor!”—Juan 12:13
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